17.6.10

Taller abierto extendido 24-5-10

"Raíces Bicentenarias en el cuerpo"
Tambores. Museo de fotos y objetos familiares. Familia de máscaras. Personajes.
Comentarios de los participantes:
Mucha conexión con la inmigración de mi papá, las raíces remotas que me dieron el idioma que enseñé y que hablo con mis hijas. La historia del lado de mi mamá es menos conocida, me tira menos ... después sentí que la dejé un poco de lado ... podría escribir un libro a partir de acá ... jajaj ... ahora estoy encargando el monumento de su tumba que estaba pendiente desde 2007 ...Me cuesta acordarme del personaje que elegí ... creo que era un peregrino y la máscara iba en el corazón ... ese es mi tema, poder abrir mi corazón ... sin temor a que me hieran y sin devorarme/dejarme devorar por el otro.
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En el taller de raíces bicentenarias el personaje que jugué fue el de mi abuela materna, no se fue repentino, me vi haciendo eso súbitamente.
Me puse un vestuario, como se vestía ella, vestido y saquito, una máscara, que la lleve puesta sobre mi rostro. Y eso, sentí ser mi abuela por un rato, no lo sentí pesado, no se, creo que lo pude transitar, quise hacer el experimento, parece que quise saber cómo se sentía ponerme ahí y actuar de ella.
Es raro porque sentí algunas cosas livianas que ella tenía, una liviandad y también me encontré con algunos lugares más incómodos, pero bueno, no hice nada más que sentirlos y estar ahí, que se yo, fue muy raro, porque es cómo encontrarme con la esencia de esa otra persona, y en realidad me generó algunos conflictos que parece que no tengo claros ni resueltos.
O sea de repente me sentía enojadísima con ese personaje, porque era un personaje cálido pero distante, etéreo, indescifrable, no sé por momentos no lo soportaba más, sentir esa timidez extraña, pero asentada en los huesos y esa cara hermosa, la diplomacia, ese razonamiento inteligente, la gran cultura general, no sé, sentir el desapego, en fin, muchas vivencias me trajo el personaje, después me despedí y bueno me lo saqué un poco de encima, me dí cuenta que era ella, aunque hay cosas que también eran yo.
El resto del trabajo con los tambores a mi me desestructura, parece que salgo de mi individualidad, y me fundo con el entorno, me desarmo, y los masajes en los pies y pantorrillas me gustó recibirlos, poder hacer ese contacto con el otro y recibir del otro, es sublime, profundo, cercano, me encanta.
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A lo largo de los encuentros en que trabajamos apoyos tuve la oportunidad de “re-posicionarme” en el espacio. Logré relajar y distender todo el cuerpo para conectarme con las propias raíces. Esencialmente, pude descubrir y simbolizar el propio mundo interno.
Encuentros movilizadores pero de mucho disfrute…

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